lunes, 13 de agosto de 2012

Casas patrimoniales en ruinas; la gente teme por caída de material



La Alcaldía paceña aún no halla una receta para interesar a los propietarios de esas estructuras en su conservación y la ciudad enfrenta un doble problema: la aniquilación de una parte de su memoria y el potencial peligro que encierran estas viejas residencias para las personas.

La Razón hizo un sondeo a 15 personas, y 14 consideran que es peligroso caminar cerca de ellas. “Ya no tienen esa fuerza, están con rajaduras y es un riesgo para las personas”, indicó Ángel Córdoba, jubilado. “Éstas son de adobe, hay peligro. La Alcaldía debe ver esto, más por los que habitan”, opinó Patricia Guzmán, ama de casa.

“Han caído tejas de aquí (casa situada en la calle Ingavi esquina Yanacocha) y eso es malo. Más bien no hubo accidentes, los propietarios deberían arreglar”, apuntó la estudiante Dely Mamani.

Accidentes. David Mollinedo, jefe de la Unidad Especial de Atención de Emergencias de la Alcaldía, informó que este año se registraron cuatro accidentes por el desprendimiento de material de estos inmuebles. En la esquina Tiquina y Graneros y en la calle Yungas se desprendieron los aleros, pero sin causar daños de consideración.

Un obrero murió al desprenderse material de una casa en la confluencia Junín e Ingavi. En marzo, parte de la techumbre de una vivienda de la Genaro Sanjinés y Comercio se desplomó sobre dos automóviles de servicio público y destruyó sus parabrisas. No hubo daños personales.

La Ordenanza 150/2008 reduce el pago del impuesto de estos inmuebles para promover su conservación. Sin embargo, ante su inefectividad, Ximena Pacheco, directora de la Unidad de Patrimonio de la Alcaldía, ha sostenido reuniones con la Dirección Jurídica para diseñar otros instrumentos legales que permitan ofrecer mayores incentivos. “Tuvimos reuniones preliminares. Es vital contar con los instrumentos legales que nos permitan reactivar el Centro Histórico y tener una política de incentivos para los inmuebles que están en manos de privados”, dijo. Esta Unidad tiene listo un proyecto de reglamento de administración de los monumentos patrimoniales.

Vecinos consultados por este diario consideran que tanto la Alcaldía como los propietarios deben coordinar acciones para preservar el patrimonio. “Sería bueno que el Gobierno y la Alcaldía ayuden. Que hagan un convenio, porque es un peligro para las personas de a pie”, dijo la artesana Norma Mateo.

Pero hay quienes opinan —como la ama de casa Maritza Quispe— que deben ser los propietarios quienes asuman su responsabilidad o vendan sus inmuebles a las autoridades. “Es absurdo que los dueños digan que no tienen plata, porque cobran alquileres”, señaló.

Elva Portugal, dueña de un inmueble situado en la calle Indaburo, entre Pichincha y Genaro Sanjinés, dijo que tiene “toda la intención” de preservar su vivienda — que ya tiene más de 80 años— pero no tiene dinero para mantenerla. “El techo puede caer, ya nadie vive en el último piso”.

Informe. Este medio solicitó datos de los inmuebles patrimoniales que tienen alto riesgo de desplome. Sin embargo, la Unidad de Patrimonio explicó que no tiene información actualizada.

El único informe oficial es el brindado en octubre de 2011 por Ximena Auza, técnico de esa unidad, publicado por La Razón, que dio cuenta de que existen 1.631 inmuebles patrimoniales, de los cuales, 1.015 (62%) se mantienen en buen estado, 399 (24%) están en situación regular y 217 (13%) corren el riesgo de venirse abajo.

En un recorrido, este diario observó que las viviendas en situación regular y las que están en riesgo de desplome, tienen tejas desprendidas, paredes rajadas y pedazos de revoque desprendidos. Otras casas, como las de la calle Ballivián, esquina Simón Bolívar, están en riesgo de colapso, ya que su techo está apuntalado con maderos.

Los dueños de estas casas, según informe oficial, recurren a tretas para acelerar su deterioro. Éste es el caso de una casona situada en la calle Indaburo esquina Junín, donde hasta hace dos semanas uno de los dueños —con apoyo de obreros y maquinaria— realizó un trabajo nocturno, sacando tierra y quitando el techo, contó la inquilina Felicia viuda de Moya.

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