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martes, 5 de noviembre de 2013
Autoconstrucciones que ponen en riesgo la vida
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Sin importar la dimensión de lo que se quiera construir, el éxito o el fracaso de un proyecto en construcción, depende en gran medida de la correcta selección de un buen terreno y los materiales adecuados, no solo eso, sino que más importante es tener al frente del proyecto un profesional que garantice la obra y evitar la improvisación, que aparentemente es muy propia en algunos sectores de las laderas de La Paz.
Está dicho que los recursos económicos deben ser invertidos con mucha sabiduría, especialmente cuando se trata de asegurar una vivienda, porque será en el tiempo la morada de una familia. Entonces, ¿por qué arriesgar la vida de nuestro seres queridos con autoconstrucciones en terrenos nada estables o en duda?, y algo peor sin ningún asesoramiento técnico y menos consultado a los expertos del municipio, tal vez por abaratar costos, evitar el pago a los profesionales del rubro.
Nos exponemos a problemas eléctricos, por el mal cableado, aguas servidas mal realizadas, lluvias que colapsan viviendas cuando se improvisan. Lamentablemente, esas personas que deciden realizar este tipo de trabajo en minutos observan desvanecerse su inversión, tal como sucedió en la zona de Callapa.
LADERAS PACEÑAS
Las laderas de la ciudad de La Paz durante años tienen la tendencia de la autoconstrucción, posiblemente por necesidad, con o sin asesoramiento, debido seguramente a la necesidad de contar con una vivienda y en otros casos de ampliar los ambientes de las viviendas, pero también está claro que existe carencia de terrenos disponibles en la ciudad.
Si hablamos de crecimiento poblacional, efectivamente este aumentó en los últimos 50 años, dos generaciones que han provocado copar las laderas e incluso áreas verdes, que en su momento fueron parte de dominio del municipio y que ahora virtualmente ya no existen.
INVASIÓN DE ESPACIOS
Este crecimiento ha provocado parcelar los pocos espacios que quedan, como por ejemplo; Villa Armonía que simplemente era una parte del sector de viviendas y que ahora está invadida de casa, a sabiendas de que era un lugar de riesgo, sin embargo hoy por hoy no existen espacios y por el contrario se habilitan lugares para construir, pues esa zona se extendió de manera considerable.
Similar caso ocurre en Villa Copacabana, San Antonio Chasquipampa, que ya agarraron las puntas de los cerros y sus construcciones terminan ¨colgadas¨ y lo que en su momento eran áreas verdes ahora son viviendas improvisadas, sin ninguna planificación.
En el misma situación se encuentran algunos sectores de Vino Tinto y Achachicala que ya vienen invadiendo la áreas verdes, cada vez son menos los bosquesillos que quedan, apareciendo de pronto habitaciones de ladrillo que a la distancia se pueden observar las calles empinadas y muy difícil que las autoridades puedan atender las necesidades, porque en muchos casos son construcciones ilegales.
Siguiendo esa frecuencia de construcciones hacia el norte, la tendencia del sector es el urbanismo, porque ya tienen dueños los terrenos e incluso los cerros, pues las Siete Lagunas (mirador de la ciudad) que conecta con El Alto por Alto Lima y donde la característica es la frigidez, está copada y loteada.
Otro sector, es Tembladerani por donde uno podía seguir un camino de herradura y llegar a la Ceja, sin embargo ahora son callejones y la casas esta colgadas y no hay espacio, ni siquiera para instalar un alfiler, Llojeta lo mismo y de ahí a la zona Sur, sector en el cual no se respeta las tierras blancas que son débiles para construir, pero están hechas.
CRECIMIENTO Y FAMILIA
Este crecimiento mucho tiene que ver con la familia, que cuando aumenta en número, la opción es comprar terrenos o caso contrario ampliar las construcciones en terrenos de los padres.
El asunto está asociado a la construcción de edificios que aparentemente son la "solución definitiva", aunque los precios son altísimos y especulativos, no precisamente por el material y la mano de obra, aunque esta última subió, pero que aun así no incide mucho en el precio final, para el colmo, el Estado y menos el Municipio no tiene ningún control sobre este rubro y de ahí los precios de fantasía.
MÁS DIFICULTADES
A este panorama poco común, hay otras dificultades que para el paceño es ya casi "normal", se suman otros factores para realizar las autoconstrucciones que durante años han confrontando y seguirán haciéndolo como las innumerables filtraciones, vertientes de agua y los ríos subterráneos que quiebran la tierra en cualquier momento y claro está que nada tiene que ver las autoridades en esos asentamientos, lo que demuestra que los terrenos de la ciudad de La Paz son impredecibles, excepto algunos sectores que cuentan con una buena grava.
TAMBIÉN POR ARRIBA
Pero el tema no solamente pasa por contar con un terreno, el asunto y por el contrario el paceño también debe cuidarse por arriba con los vientos extremos que en los últimos años se presentan y destrozan los techos de calamina que casi en el 90 por ciento es utilizada como un material principal en la cubiertas y que las mismas son arrancadas de cuajo en varias ocasiones, pero también es la improvisación de las construcciones que sin ningún control se realizan, aunque no solo en la ciudad de La Paz, algo peor es en El Alto.
LLUVIAS PERSISTENTES
Los vientos son una cosa y otra las precipitaciones pluviales persistentes que humedecen todo lo que encuentran y La Paz se convierte en un mar de ríos, que desde las laderas comienzan a centralizar su desemboque en los ríos más grandes, pues las tormentas han destruido muchas construcciones débiles y que llegado el momento ni siquiera el mismo constructor sabe por dónde pueden venir, aunque realicen una tomografía del terreno.
CANALIZAR LAS FILTRACIONES
Por ejemplo en algunas construcciones de edificios de Miraflores, lograron canalizar las filtraciones por debajo del edificio y con bombas los estanques se activan para evacuar el agua que se acumula, aunque no es la mejor ingeniería, sin embargo es una entre otras soluciones que los constructores dan para garantizar los edificios con muros que son verdaderos diques, que pretenden detener inundaciones, mazamorras, sifonamientos por la presión de los ríos, que provocan deslizamientos y hundimientos de tierra, pese a estas circunstancias muchas personas intentan retornar al lugar para seguir construyendo, pues su necesidad es tanta que son pocos los espacios existentes.
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