A solo seis kilómetros del puente Urubó, comienza a construirse un proyecto que marcará un hito en la historia del rubro inmobiliario en Bolivia. Se levantará Playa Turquesa, urbanización privada que tendrá la segunda laguna artificial de aguas cristalinas más grande del mundo.
El proyecto contará con tecnología de punta, además de zonas de recreación cuyo acceso no significará ningún costo adicional para los propietarios de inmuebles en este proyecto. Esta urbanización tendrá tres accesos controlados, luz, agua potable, pavimento interior, alcantarillado, entre otros.
Diversión. La laguna es un espacio de diversión. Aquí se pueden practicar todo tipo de deportes náuticos como buceo, kayak, deportes de vela, windsurf, entre otros. Eso sí, el uso de embarcaciones a combustión como motos acuáticas y lanchas está restringido por razones de seguridad. Playa Turquesa, además, contará con muelles, zonas de playa, áreas de esparcimiento, club house y gimnasio, canchas de tenis y fútbol, entre otras cosas.
Laguna artificial. Esta urbanización tiene una superficie de 180 hectáreas, de las cuales 12,6 serán utilizadas para la construcción de una laguna artificial de aguas cristalinas, la segunda más grande del mundo. El espejo de agua contará con tecnología desarrollada por Crystal Lagoons, que se caracteriza por ser amigable con el medio ambiente. Los propietarios tendrán acceso libre a la laguna, zonas de esparcimiento, gimnasio, piscina temperada, entre otras maravillas.
Inversión. La puesta en marcha ha requerido una inversión inicial que supera los 10 millones de dólares, que se financian a través de entidades bancarias y el aporte de inversionistas. Las personas que deseen invertir en un terreno pueden hacerlo con descuentos por su temporada de preventa, que concluye el 25 de noviembre. La inauguración oficial de Playa Turquesa de su primera fase está prevista para el segundo trimestre del 2015.
Ecológico. Las lagunas de Crystal Lagoons solo necesitan agua para compensar la evaporación, consumiendo la mitad de agua que requiere un área verde y hasta diez veces menos que un campo de golf. Adicionalmente, emplean hasta 100 veces menos químicos que los sistemas tradicionales de desinfección de piscinas y agua potable, y solo un 2% de la energía que requieren las tecnologías convencionales de filtrado.
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