Cansados de esperar que el Gobierno les otorgue una vivienda, algunos damnificados de Callapa construyen casas precarias en el mismo sector donde estaban sus propiedades antes de que el megadeslizamiento de febrero de 2011 borre del mapa de la ciudad de La Paz a todo su barrio, además de otros 13.
Después de conocer los resultados del estudio “Zonificación de áreas de riesgo y medidas de mitigación del deslizamiento, complejo Pampahasi-Callapa”, encargado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, que establece que Callapa es un área habitable pero con restricciones, los damnificados volvieron a la zona y comenzaron a levantar edificaciones precarias.
Rubén Sánchez, quien reside en el campamento Zenobio Flores, es uno de ellos: “Empecé a construir mi casa en Callapa hace cinco meses para hacer respetar mi derecho propietario. Sólo espero que instalen los servicios básicos para irme con mi familia, ya no aguantamos vivir aquí”.
Sánchez cuenta que los vecinos realizaron, por iniciativa propia, un levantamiento topográfico para precisar la ubicación y el tamaño de sus predios.
Raymunda Cruz, otra de las damnificadas y que vive en el campamento de Callapa, tiene previsto comenzar a construir cuando pase la época de lluvias.
“Ya no podemos esperar un año más. Hasta ahora no recibimos respuesta. Mis hijos están creciendo y necesitan independencia. Aquí tenemos un solo espacio para cocinar, comer y dormir”, dice, refiriéndose a la casa prefabricada que ocupa.
En este albergue, que reúne 180 casas prefabricadas, la vida todavía es difícil para los damnificados, a pesar de que han aprendido a convivir como una gran “familia”.
Carmen, una de las afectadas, sostiene que cada familia recibe 60 litros de agua por día, que deben administrar para cocinar y otros usos cotidianos.
“Ya nos hemos acostumbrado y somos como una familia, pero nunca es lo mismo que estar en casa propia. No tenemos mucha privacidad, ni libertad de usar la luz y el agua según nuestras necesidades”, comenta.
Cerca del mediodía de ayer, una lluvia torrencial cayó en el sector. Los niños que jugaban en el parque corrieron a sus casas para ayudar a sus padres a recibir el agua en bañadores y baldes.
Las goteras y la humedad también provocaron que algunos muros se doblen. En esta época, según cuentan, el frío es insoportable dentro de las viviendas.
“Cuando llueve se forman charcos sucios por la tierra y esto puede ocasionar enfermedades. Ya no vemos la hora de tener un lugar para habitar y que tenga mejores condiciones”, afirma Cruz, mientras acomoda baldes debajo de una gotera.
A pesar de las circunstancias, los vecinos de Callapa intentan llevar una vida armoniosa, delegando funciones y siendo equitativos con los beneficios.
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