Pese a existir varias normas municipales que cuidan el conjunto de 290 viviendas y edificios religiosos y públicos considerados patrimoniales situados en el centro de la ciudad, en los últimos meses se ha visto el deterioro de varias casonas las cuales, incluso, amenazan la seguridad de los peatones.
El caso más preocupante está en dos esquinas que conforman las calles Seoane y Libertad, donde en una de las casas del legado Mercado Aguado está abandonada y las goteras amenazan con derribar el techo. En la acera de enfrente, una pared de adobe y tabique se vino abajo como consecuencia de las últimas lluvias.
Otro lamentable caso es el corredor de la casona sobre la calle Caballero y Beni el cual una parte se vino abajo, situación que fue notificada por la Dirección del Centro de Patrimonio Histórico (Dicepahi) para que los dueños no la dejen derruirse por entero.
Para la historiadora Paula Peña hay que preservar todo tipo de casas que sean históricas, sean estas bonitas o unos simples pahuichis, pues son paradigmas de una época.
“El patrimonio arquitectónico no solo es religioso, también abarca la vida cotidiana por lo que debe haber mayor control de la Alcaldía”, dijo Peña.
Aunque el 90% de los edificios del patrimonio son privados y para evitar que siga aumentando la lista de estas viviendas deterioradas, el director del Dicepahi, Jery Méndez, anunció que pronto saldrá una campaña para alertar al propietario de su preservación.
“El vecino debe asumir como propietario que su casa se desvaloriza por ello no la debe descuidar, el municipio solo puede pintar las fachadas y le hemos uniformado el piso”, refirió.
Por otra parte, se ha aprobado una ley municipal que rebaja los impuestos entre el 80 y 90% para que el propietario mejore su casa patrimonial
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