El 1 de abril de 1973, el segundo ejecutivo más importante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostuvo una reunión de alto nivel con el entonces presidente de facto Hugo Banzer Suárez y su cúpula de Gobierno.
De dicho encuentro saldrían las bases de la inserción de Bolivia en el sistema del nuevo liberalismo. Estos postulados derivarían en la construcción de uno de los símbolos de la era neoliberal en el país: el edificio del Banco Central de Bolivia (BCB).
Desde Santa Rosa
Pintoresca y calurosa. Así se caracteriza a la región de Santa Rosa en el departamento del Beni. El 1 de abril de 1973 la temperatura en la localidad subiría a raíz de la llegada del segundo funcionario más importante del BID, Henry J. Constanzo.
Según el desaparecido diario Presencia, dicha autoridad llegó a La Paz el 31 de marzo de 1973. Al día siguiente, el representante del BID partió rumbo al departamento del Beni.
Constanzo venía con una idea: traer créditos más holgados para el régimen banzerista.
Sólo en 1972 el BID había otorgado al país un crédito de 42 millones de dólares. Para 1973 se aspiraba a más.
Constanzo suscribió un acuerdo según el cual Bolivia recibiría un monto importante de crédito, pero para ello debía mejorar su capacidad exportadora. La idea consistía en que el país se vinculara al comercio exterior mundial.
Terminada la reunión, Constanzo salió del país. Una semana después, William Large, oficial de Operaciones del BID para Bolivia, suscribió el desembolso crediticio acordado. Sólo Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) recibió 30 millones de dólares de la época.
Soñando con un edificio
La reunión Constanzo – Banzer tuvo sus efectos.
El 31 de marzo de 1973, el Banco Minero de Bolivia sufrió una reestructuración interna. Pese al cambio de su organigrama administrativo, había que adecuar su estructura a las formas de organización de personal más adelantadas de la época.
El manual de estructuración interna del City Bank de Nueva York era considerado como el modelo mundial de organización administrativa financiera de ese entonces.
Los técnicos financieros de Bolivia deseaban aplicar aquel manual a las instituciones nacionales. La primera de ellas sería el BCB. El 6 de abril de aquel año personeros del City Bank procedentes de la capital neoyorkina empezaron a capacitar al personal del instituto emisor.
Pero la adaptación institucional no era suficiente. La nueva banca boliviana precisaba un referente físico, que simbolizara la nueva etapa.
Así nació el enorme bloque de concreto que hoy corona el centro de la urbe paceña.
El 13 de abril de 1973, el Gobierno central emitió el Decreto Supremo 10.795 que permitía al Ejecutivo expropiar bienes inmuebles en las calles Mercado y Ayacucho, donde quedaría ubicado el coloso de cemento.
En el mencionado decreto se afirma “que es necesario dotar al Banco Central de Bolivia de las instalaciones que permitan su adecuado funcionamiento”.
Para que dicha obra se hiciera realidad sin tropiezos burocráticos, el artículo tercero de la citada norma estipulaba que el ministro de Finanzas de aquel entonces, Luis Bedregal, debía encargarse de facilitar la ejecución de la misma.
El 22 de abril de 1973, el Ministerio de Finanzas formuló directrices para la Cámara Boliviana de la Construcción. Todas las empresas constructoras del país debían normalizar su situación financiera y presentar ante las autoridades competentes su nivel de capacitación técnica. Las firmas constructoras bolivianas tenían que prepararse para ser evaluadas.
Mientras las empresas de construcción alistaban sus normas internas, el 23 de abril de 1973, el Decreto Supremo 10.795 se publicó en todos los medios impresos del país para conocimiento del público en general. Desde ese momento la población paceña sabía que la vieja casa de dos pisos con el número de registro 343 de la calle Ayacucho iba a desaparecer del entorno.
Esa misma fecha, el Ministerio de Finanzas y la oficina de Organización y Métodos del BCB lanzaron la convocatoria para el concurso de anteproyectos de diseño del nuevo edificio de la entidad bancaria estatal.
En la convocatoria se señalaba que “todos los arquitectos legalmente inscritos en el registro del Colegio de Arquitectos de Bolivia, individualmente o asociados en grupos interdisciplinarios y/o con asesorías nacionales o extranjeras especializadas en instalaciones bancarias en general”, podían participar en el proceso.
La fecha límite de presentación de documentos de inscripción quedó definida para el 26 de abril de aquella gestión.
El gigante se hace necesario
Si en 1973 el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, a cargo del técnico Javier Márquez, había delimitado que el ahorro no institucional en Bolivia en el área agrícola era un problema; para 1976 se dio una solución a este tema con la creación de 200 cooperativas de ahorro y crédito para el sector campesino del país.
Según la entonces Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito de Bolivia, para 1976 el número de socios en dichas instituciones financieras era de 135 mil personas, las mismas que aportaban con 240 millones de pesos bolivianos de la época.
El BCB había empezado a incorporar a su institucionalidad financiera a la población menos tradicional de consumo y aporte crediticio.
Con esta búsqueda de compatibilidad institucional en sus planes financieros, el BCB creció en sus funciones. El edificio era más que necesario.
El 1 de julio de 1976, el nuevo ministro de Finanzas del régimen, Carlos Calvo, se encargaría de dar por iniciadas las obras de la construcción de la infraestructura.
La constructora elegida para dicho emprendimiento fue la firma Bartos y Cía. El entonces gerente general de dicha empresa, Carlos Morales Landívar, rindió un informe público a los medios de prensa de aquel entonces. En dicha conferencia, afirmó que la obra se llevaría a cabo con las más avanzadas técnicas de construcción de la época.
Precisamente la obra se iba a levantar sobre una altura de 106,36 metros sobre la calzada de la calle Ayacucho. Ningún emprendimiento inmobiliario en el país había superado los 100 metros de altura hasta ese entonces.
Un símbolo
El edificio del BCB es parecido al de la Federal Reserve Bank of Boston. El proyecto bostoniano es cuatro años más antiguo que el boliviano.
Dicho edificio de EEUU fue diseñado por la firma Hugh Stubbins and Associates. Su diseño se adecuó a las normas funcionales del nuevo orden financiero mundial.
En fin, el sueño de los neoliberales bolivianos quedaría cumplido. El BCB tenía en sus entrañas dos factores del sistema neoliberal: su organización interna en base al manual del City Bank neoyorquino y el parecido con el edificio del banco central bostoniano.
El nuevo BCB estaba preparado para 1985, cuando el neoliberalismo se afianzó en el país.
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