El patrimonio histórico de la ciudad está abandonado porque pocos son los propietarios que se preocupan por reparar o restaurar las casonas ubicadas en el casco viejo.
El paso del tiempo ha dejado una huella profunda en los tejados y en las paredes de estas casas que son el mudo testigo del desarrollo en la infraestructura de la ciudad y el accionar de sus habitantes.
Bajo estos aleros los infatigables hombres de la llanura se apostaban por las noches para ofrecer las interminables serenatas en pos de una conquista amorosa.
Pocas son los propietarios que todavía engalanan sus paredes y pilares.
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