Todo cubierto de verde y en el centro de la mira de Europa entera, el BIQ de Hamburgo (Alemania) se ha convertido en el primer edificio del mundo en abastecerse de energía a base de algas. Así, no sólo se constituye en modelo de ahorro, sino también de captura de energía solar.
A la vez, el BIQ (Intelligent Quotient Quotient), se convierte en el edificio de referencia para toda la Unión Europea, cuyos países miembro ven con expectativa los resultados del proyecto para ver si se convierte en la tan ansiada alternativa de energía renovable.
El interés se acrecienta debido a que, en 2020, las naciones de la UE tendrán, por ley, que producir la misma cantidad de energía que la que consumen, según marca la Estrategia Europa 2020 que contempla el estándar de hogares "energía cero".
El BIQ es el ejemplo de esta tendencia al contar con un sistema de paneles de microalgas que provee de biogás al edificio y pone a prueba el uso de energías “limpias” alternativas.
Se trata de una construcción de cinco pisos y 15 departamentos con su propio método para obtener energía, a través de 129 fotobiorreactores que contienen y cultivan microalgas alimentadas por dióxido de carbono (CO2) y otros nutrientes.
Estas placas fueron colocadas para aprovechar la luz solar que permite a las algas hacer fotosíntesis para transformar el CO2 en biomasa, que después es extraído para transformarlo en biogás, un combustible útil para generar electricidad.
Además, las algas también controlan la cantidad de luz y sombra, como si se tratara de una segunda piel, ya que aíslan térmica y acústicamente al edificio de viviendas. "El sistema puede aplicarse a cualquier edificio cuyas fachadas igualen o superen los 200 metros cuadrados", señala Martin Kerner, miembro del despacho de bioingeniería Strategic Science Consult (SSC).
Dos años serán necesarios para obtener conclusiones sobre qué tan viable y benéfico podría ser esta tecnología en otras construcciones.
"Este sistema será aún más eficiente en edificios que produzcan CO2 de manera constante, y que requieran una gran cantidad de energía", añadió Jan Warum, líder de investigación de Arup Europa, una consultora independiente de ingenieros y arquitectos.
De acuerdo con la misma firma, también encargada del diseño de la fachada y los sistemas de hardware, el costo de los paneles oscila entre los 2.400 y 3.300 dólares por metro cuadrado, lo que resultó en una inversión total de 4,5 millones de dólares para este complejo.
Desde que el edificio fue terminado a principios de año, cuatro de las 15 viviendas de entre 50 y 120 metros cuadrados ya fueron alquiladas. La renta es de alrededor de 16,50 dólares por metro cuadrado, lo que se ajusta al costo de alquiler promedio en Hamburgo.
Un acuario
La fachada del BIQ está formada por 129 segmentos de cristal, y cada uno funciona como un acuario. El agua se tiñe de un color verde oscuro. “A través del cristal se ve cómo la suspensión de algas fluye dentro del reactor”, explica Martin Kerner, director de la empresa SSC, de Hamburgo, que ideó la construcción.
Las microalgas, como su nombre lo indica, son seres microscópicos que, para poder crecer en los segmentos de cristal, necesitan no sólo alimento, sino también dióxido de carbono (CO2), que proviene de los gases de emisión de una central de calefacción de biogás en la “central energética”, ubicada en la planta baja del edificio de cinco pisos.
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