Oruro ingresó a la mejor etapa de la construcción de edificios de diez y quince pisos, dejando a un lado las recomendaciones que se aplicaban en 1980, cuando se decía que la ciudad, por el clima frío, no se podía levantar casas más de tres pisos, para “no quitar el sol” a los vecinos, especialmente en invierno.
Las construcciones avanzan aceleradamente. Un edificio de la calle Junín, esquina 6 de Agosto, alcanzará por lo menos 15 plantas y será el edificio más grande de Oruro, dejando relegado al Hotel Plaza, que tiene 10 plantas. Sin embargo, no son los únicos.
En la calle Bolívar, esquina Washington, se construyó un edificio de 12 plantas, pero provocó inmediata reacción de los vecinos, porque en invierno, las casas vecinas no tienen el sol del día, sino únicamente por algunas horas. Una de las afectadas, Emma Dupleich, presentó su reclamo a las autoridades municipales, desde hace cinco años, pero nadie se responsabilizó por haberle “quitado el sol”.
La señora no ha podido frenar aquella construcción, el edificio está a punto de ser concluido, en pleno centro de la ciudad. El mayor problema para los vecinos, es que en invierno, pasar por ese lugar, es sentir la intensidad del frío y el viento helado.
El Hotel Terminal tiene 8 plantas. En el mismo lugar, funciona desde 1982, la Terminal de Buses Hernando Siles, que ha permitido concentrar flotas que viajan a diversas ciudades del interior del país, pero el edificio era el único con esas características, construido por la ex Corporación de Desarrollo de Oruro.
El asambleísta departamental Eduardo Campos Velasco advirtió que las construcciones en la ciudad de Oruro “se han incrementado notablemente”, pero “si bien esto refleja en alguna medida, desarrollo urbanístico, es innegable que la forma en que se financian estas obras, despierta muchas sospechas”.
Las inversiones son cuantiosas. Un edificio de 10 plantas, no cuesta menos de 100 millones de bolivianos. Una pequeña construcción de tres plantas, como exige la norma “ya caduca” tiene un costo de 1.5 millones de bolivianos.
“Con lo que hoy cuesta una edificación, da lugar a pensar que los recursos no son lícitos”, dijo Campos. Es probable que el narcotráfico y el contrabando “están dando buenos resultados”, porque no hay otra forma de financiar edificios de esa naturaleza.
La Terminal de Buses costaba 10 millones de bolivianos en 1980. El dinero que tenía la ex Corporación era insuficiente para solventar un gasto de esa naturaleza. Se tuvo que encarar en etapas, hasta culminar en 1982, precisamente en el gobierno democrático de Hernán Siles Zuazo.
El lugar, sin embargo, era inapropiado para las construcciones. Había mucho salitre, agua acumulada en forma permanente. Para la construcción de zapatas de la Terminal, se tenía que luchar contra las aguas subterráneas, pero una vez superados los obstáculos, se concretó la mejor obra de la ex Cordeor.
Después de la Terminal, hoy se pueden apreciar construcciones de toda clase a su alrededor. Hay hoteles de tres y cuatro estrellas, edificios de seis, siete y diez plantas, con el lujo que corresponde. El lugar y el terreno deleznable, que antes era despreciable, hoy se ha convertido en el centro de las mayores construcciones de Oruro.
A tres cuadras más abajo, hay un nuevo edificio de diez pisos, con un salón de baile de lujo. Otras construcciones avanzan aceleradamente. La demanda de materiales de construcción ha crecido notoriamente. Las empresas que proveen de ladrillos, “antes se rogaban por entregar las piezas”. Hoy, hay que pedir con dos o tres semanas de anticipación, para no tener problemas posteriores.
Las empresas que se dedican a la prefabricación de viguetas también reciben pedidos con anticipación. El trabajo concluido se coloca en el lugar de la obra y se otorgan otros equipos y herramientas, para facilitar la colocación de aquellas estructuras.
Las pequeñas empresas distribuidoras de ladrillos, no solamente se dedican a acumular las piezas de las fábricas de Oruro, sino que traen desde La Paz, para la venta directa y a precios más elevados. La única ventaja es que la entrega es inmediata, aunque los ladrillos no tienen la calidad requerida para construir edificios en regla.
Las tiendas de distribución de cerámica, de baja y alta calidad, han crecido en la calle Velasco Galvarro, entre Ayacucho y Cochabamba. Hasta hace diez años, apenas habían cuatro o cinco tiendas. Hoy, las tiendas con exposición de una variedad de productos están lado a lado y a cada paso. Por lo menos están ubicadas 40 tiendas con esa clase de obras. A pocos pasos, también existen tiendas exclusivas con artefactos eléctricos.
En la zona del Puente Tagarete se han instalado en forma provisional tiendas de ladrillos y toda clase de fierros y herramientas de construcción. De aquellos que apenas abrían sus puertas, que no eran más de cuatro, hoy suman a por lo menos 30 tiendas enormes, con materiales surtidos exclusivamente para incentivar las construcciones. A pocos metros, se tuvo que instalar una agencia de banco, para atender cualquier requerimiento de los compradores y vendedores.
Las construcciones en las cuatro zonas de la ciudad de Oruro han crecido. La misma Alcaldía se animó a construir un edificio de cinco plantas, con parqueo vehicular frente al Palacio de Justicia, en la calle Ayacucho, esquina La Plata.
El Hotel Eden aprovechó un edificio antiguo y tradicional de la plaza 10 de Febrero, para construir un edificio de diez plantas, con salones para diferentes actividades. Las cinco estrellas están bien ubicadas.
Así como hay construcciones hermosas, también hay casas precarias en los alrededores de la ciudad. La precariedad se pudo observar desde el avión, con calles de tierra. Sin embargo, las construcciones de edificios no han parado. El trabajo de los albañiles es incesante y Oruro se está transformando poco a poco, para demostrar progreso y desarrollo, aunque la desocupación persiste notoriamente.
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