Los países que han logrado mejorar su infraestructura invirtieron entre un 7 y 9% de su Producto Interno Bruto (PIB) en un periodo de entre 20 y 30 años, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). En especial, los países conocidos como los tigres asiáticos, que hasta la década de los años 70, históricamente tenían menos capital que América Latina.
Si vemos, el incremento de los recursos económicos destinados a la infraestructura boliviana en los últimos seis años, la inversión solamente alcanzó al 3,9% del PIB. Este esfuerzo es importante, pero no suficiente para cerrar la brecha del país.
“Si el río suena es que piedras trae”. Así, tanto el presidente Evo Morales como la Cámara Departamental de la Construcción en Santa Cruz dan en el clavo al revelar algunas falencias en el sistema de concesiones
En infraestructura se reconocen, por razones didácticas, tres opciones de esquema de propiedad y gestión de la prestación de servicios de infraestructura: propiedad pública y gestión pública (responde al método tradicional, en la que el Estado financia, opera y realiza mantenimiento de la infraestructura), propiedad pública y gestión privada (existen algunos casos en América Latina, y propiedad privada y gestión privada, donde los países que más avanzaron en esta temática son Chile y Uruguay, precisamente los dos países que tiene la mejor calidad de infraestructura en América del Sur, según el Foro Económico Mundial.
Todas las necesidades de inversión en infraestructura rebasan la capacidad de endeudamiento y financiamiento del sector público boliviano, es por ese motivo que se requiere, con urgencia, buscar mecanismos novedosos, ya experimentadas y conocidas en otros países, para impulsar la participación del sector privado.
Con respecto a la nacionalidad del sector privado que ejecuta las obras, así como no importa el uso de televisores japoneses o coreanos o si compramos calcetines brasileños o nacionales; solo es vital que los compremos al que más satisface las exigencias de calidad y de precio de los consumidores nacionales. De lo contrario, hacemos un mal negocio haciéndonos más pobres
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